sábado, 30 de abril de 2011
Idealizada Belleza Prerrafaelita
Venus verticordia- Dante Gabriel Rossetti
El cuerpo de una hermosa mujer flota inerte en las aguas esmeraldas de un lago saturado de florecillas. La palidez de su rostro evoca la luminosa aurora matutina y el cristal de sus ojos, el reflejo de celestes estrellas en el infinito. Así se describe a Elizabeth Eleanor Siddal inmortalizada en “Ophelia", la pintura de Millais que enamorado de los versos de Shakespeare, plasma en lienzo la escena donde la dama desesperada por el amor de Hamlet, se sumerge para siempre en un río. Sin embargo, tal proeza que a los ojos nos encandila, significó que Lizzie Siddal posara durante horas en una tina llena de agua helada, acarreándole el deterioro de su estado de salud durante el resto de sus días además que la llevó a hacerse adicta al láudano -bebida derivada del opio muy usada en el siglos XIX-. Vaya Heroína, aún sin saberlo. Pero de dónde surgió esta mujer que los más destacados pintores de la Hermandad Prerrafaelita la convirtieron en su musa e inspiración, es fácil deducir que su apariencia casi angelical, la esbeltez de su cuerpo, la delicada blancura de su piel y su abundante cabello rojo cobrizo, indujo a estos pintores a “sustraerla” de su tienda de sombreros, donde trabajaba como vendedora para adentrarla en el mundo del arte, confiriéndole alas que se desplegaban tanto como la mística imaginación de remotas épocas medievales lo sugerían.
Ophelia - John Everett Millais
Cuando Dante Gabriel Rossetti la conoció, la acaparó inmediatamente, tomándola como modelo exclusiva y amante. Lizzie como su madre la llamaba, no era indiferente al pintor, sino que por el contrario, se enamoró de él perdidamente. Luego de nueve años, se casaron y su vida se tornó en un tormento constante dadas las infidelidades continuas de su amado; se cuenta que una noche en que Rossetti salió a tener un encuentro sexual con Fanny Cornforth, apodada por el mismo artista “La Elefanta”, Lizzie apesadumbrada de la tristeza, bebió una sobredosis de láudano que terminó matándola. Al retornar a casa después de cometida la traición, y al encontrar a su frágil esposa muerta, el artista dejado llevar por un abrupto sentimiento de culpa decidió hacer por Lizzie un último sacrificio de amor: enterró enredado entre los cabellos de su amada que caían sobre su frío e inerte pecho, los poemas que le había dedicado, porque en realidad siempre la amó, tal como Dante a Beatriz.
Tras la temprana muerte de su musa a los 32 años, el pintor se sumió en la bebida y la desesperanza. Sin embargo, alentado por sus amigos, opta por desenterrar los poemas y publicarlos, lo que constituyó un gran escándalo para la época, no sólo por el hecho en sí, sino sobretodo por el contenido erótico de los versos. Su adicción continuó y lo llevó a la muerte en Abril de 1882.
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