jueves, 29 de abril de 2010

El desnudo impresionista.

Lawton Parker - Fairfield



Esta obra pertenece a Parker Lawton, un pintor estadounidense nacido en 1868. Sus obras en general están realizadas siguiendo el Impresionismo, del cual Parker era seguidor desde sus inicios en el arte. Durante toda su trayectoria como pintor, fue ganador de varios concursos, incluso, se dio a conocer el su pueblo natal precisamente ganando uno.


Vivió algunos años en París, pues en aquella época París fue cuna de muchos impresionistas, con quienes Parker intercambiaba ideas y  enseñaba. Ganó gran reconocimiento en este país, sus obras fueron exhibidas en los principales museos y continuaba cosechando galardones.


Salta a la vista los colores cálidos que emplea, los matices, focalización y empleo de la luz. Obteniendo siempre formas sinuosas y con apariencia de fragilidad. En especial, las figuras femeninas son tratadas con un toque añadido de gracia e iluminación focalizada que determinan el concepto de desnudez propio de Parker Lawton.

lunes, 26 de abril de 2010

El Origen del Arpa


The Origin of the Harp - Daniel Maclise 



A la naciente de tu piel hecha manto,   
se anida un  llanto que fundidos serán un justo cántico  
en el  confín del tiempo y firmamento.   
 ¡Oh Santa  Satinada!,   
hoy serás Sinfonía   
que siempre se  hallará cortejada  
por una lágrima de dicha  anegada.  

domingo, 25 de abril de 2010

Parálisis del Sueño.


 The Nightmare - Henry Fuseli (1781)


“…De pronto mi cuerpo entró en una tensión incomprensible… quise incorporarme, pero mis brazos y mis piernas no me obedecían, parecían de plomo. Me encontraba totalmente inmovilizada, el miedo como incienso negro cubría la habitación y luego una angustia, la más horrorosa de todas se apoderó de mi pecho como un peso que me sofocaba. Caí en la cuenta que no era un sueño, podía ver aún en la oscuridad las franjas del decorado del techo y podía escuchar el tic tac del reloj, que se confundía con los latidos desbocados de mi corazón. Estaba desesperada. Perdía el aliento… me ahogaba y mis intentos desesperados por gritar solo se perdieron en amagos inaudibles. Mas aun con todo el terror, me rehusaba a morir y luché por moverme… por gritar o por despertar. No sé cuánto tiempo pasó, pero para mí fue una eternidad en la cual no estaba ni muerta ni viva. Y fue como si hubiera tomado una gran bocanada de aire que me liberó por fin de esa pesadilla. Al final me quedé temblando y tenía miedo de que me volviera a ocurrir si me dormía otra vez”.

viernes, 23 de abril de 2010

Un beso...



Creo que la palabra 'intensidad' es la que define bien a la obra de Eivar Moya, un joven colombiano que realiza obras en las que se trasluce una impresión extrema. 
...Aquí, me pareciera que es ella quien arremete contra él en un beso acaparador, devorador y violento. Él por su parte halagado, sin quitarle protagonismo a su amante-victimaria, corresponde en sedienta igualdad.

miércoles, 21 de abril de 2010

Sobre Safo, la Musa Mortal: Un ideal de amor sensual y espiritual.


 Estatua De Safo -  Von Dannecker (1800)
  * * *

Imposible dejar de sentir incontables llamaradas en el alma con los versos de esta mujer nacida en Lesbos aproximadamente el 650 a.c. Comparada con el mismo Sócrates por su percepción del Amor y por la forma tan espiritual de expresarlo, aun cuando era su propio cuerpo el que anidaba y emanaba este sentimiento.
Sabido es por muchos que se le considera una especie de gestora o delegada del amor entre mujeres, pero me parece que esta única y simple razonable conjetura, sólo la ha minimizado a través de los siglos. Su figura pervertida ha sido tejida en la historia porque es hábito humano pretender destruir lo que no se comprende o se considera una amenaza, desgraciadamente como consecuencia de esto, se logró callar su seráfica voz que nos habla con dulces susurros en los fragmentos que tenemos de sus Epitalamios (cantos matrimoniales) y de su única pieza poética completa: Himno a Afrodita. Y en referencia a esto, tenemos de Ovidio que dice: “Mira a Safo, ¿qué más lascivo que ello?”

Pero al leerla, se descubre que Safo de Lesbos fue una mujer excepcional por su transparencia y singularidad espiritual, que rompió con los paradigmas de su época al cantarle al amor, a la belleza, a la sensualidad femenina y a su madre y Diosa: Afrodita, a quien invocaba con pasión, imploraba con piedad y agradecía con euforia sobre sus múltiples situaciones sentimentales. Pero ella también fue madre; madre, amiga y amante. Amaba entregándose en ternura infinita a la existencia y las vivencias sensuales con algunas alumnas de su escuela -Casa de las Musas- de las que se enamoraba y entre las que  podemos citar como cruciales en la vida la de la Poetisa a Atthis y Anactoria. ¿Y por cuántas doncellas más tal vez no derramó insufribles lágrimas e imploró la ayuda de su Diosa para obtener sus favores? No lo sabemos con exactitud.

Pero sin duda, su verso trasciende porque es como una verdad lumínica, una realidad plasmada sencillamente, que conmueve por su excelsitud, por el sentimiento mismo que pervive en cada palabra. Palabras de las que se desprende sonoridad infinita, palabras atadas en versos graciosos, naturales y suntuosos a la vez. Donde sólo importa amar con el cuerpo y el alma, porque eso es bello y divino.

 Sappho - Édouard-Henri Avril (Paul Avril)

martes, 20 de abril de 2010

Safo, La Décima Musa y el Himno a Afrodita.

Le coucher de Sappho, Charles Gleyre.1867.

* * *


Inmortal Afrodita de colorido trono,

hija de Zeus, artificiosa, te suplico

que no sometas a infortunios ni dolores,

oh Soberana, mi corazón.



Y ven, como otras veces

que abandonaste la casa de tu padre

cuando a lo lejos mi voz oías,

luego que tu dorada



carroza preparabas: te conducían hermosas

ágiles aves cruzando la tierra oscura,

batiendo fuertemente sus alas en medio

de los cielos y del éter



De inmediato llegaban. Y tú, dichosa, con tu rostro inmortal sonriendo,

preguntabas con qué sentimiento ahora sufría,

la causa porque te invocaba,



qué anhelaba por sobre todo

mi enloquecido ser: "¿A quién deseas ahora

que mi persuasión atraiga hacia tu amor? ¿Quién,

oh, Safo, te atormenta?



Haré que pronto te siga, si te huye;

que si tus regalos rechaza, él te los ofrezca,

y que de inmediato te ame, si no ama,

aunque no lo desee".



Ven también ahora para librarme del peso

de mis penas; todo cuanto satisfacer

mi ser anhela, cúmplelo: oh, mi aliada,

sé tú misma.

domingo, 18 de abril de 2010

Lesbia: La romana más seductora.



II

Pajarillo, cosita de mi amada,
con quien juega, al que resguarda en el seno,
al que suele dar la yema del dedo
y le incita agudos picotazos:
cuando a mi deseo resplandeciente
le place tornarse alegre y aliviarse
de sus cuitas, para aplacar su ardor,
¡cuánto me gustaría, como hace ella,
jugar contigo y desterrar las penas
lejos de mi triste ánimo!
Me es tan grato como a la niña el fruto
dorado que soltó el ceñidor
que tanto tiempo permaneció atado

III

Llorad, Venus y Cupidos,
y cuantos hombres sensibles hay:
ha muerto el pajarillo de mi amada,
el pajarillo, cosita de mi amada,
a quien ella quería más que a sus ojos;
era dulce como la miel y la conocía
tan bien como una niña a su propia madre.
No se movía de su regazo,
pero saltando a su alrededor, aquí y allá,
a su dueña continuamente piaba.
Este, ahora, va, por un camino tenebroso,
a ese lugar de donde dicen que nadie ha vuelto.
¡Mal rayo os parta, funestas
tinieblas del Orco, que devoráis todo lo bello!:
me habéis quitado tan bello pajarillo.
¡Oh mala ventura! Pues, ahora, por tu culpa,
desdichado pajarillo, hinchados por el llanto,
enrojecen los ojillos de mi amada.

V

Vivamos, Lesbia mía, y amemos,
y a las maledicencias de los viejos severos
démosles menos valor que a una peseta .
Los astros pueden morir y volver;
pero nosotros, una vez que muera nuestra breve luz,
deberemos dormir una última noche perpetua.
Dame mil besos, luego cien mil;
luego otros mil, luego otros cien mil;
luego hasta otros mil, luego cien mil.
Después, hechos ya muchísimos miles,
revolvámoslos, para que no lo sepamos nosotros,
ni ningún malvado pueda mirarnos con malos ojo,
cuando sepa cuántos besos nos dimos.

VII

Me preguntas, cuántos besos tuyos,
Lesbia, me serían más que suficientes,
Cuan gran el número de arena de Libia
yace en Cirene, de laserpicïo plena,
entre el oráculo del ardiente Júpiter
y el túmulo del anciano Bato;
o cuantos astros, al callar la noche,
ven los amores ocultos de los hombres;
sólo esos besos satisfarán
a Catulo el loco más que suficientemente,
que ni contarlos podrán los curiosos
ni con sus malas lenguas hechizarlos

VIII

¡Ay, Catulo, deja de hacer simplezas,
y ten lo que está muerto por perdido!
Radiantes soles te brillaban cuando,
en esos días, ibas
allí donde quería la joven,
amada por nosotros como nadie
será amada jamás.
Muchas fiestas celebraste allí entonces,
que tú deseabas y ella no odiaba.
En verdad, lucían soles radiantes.
Ella ya no lo quiere,
no lo quieras tú, débil,
ni persigas a la que huye, ni vivas
miserable: resiste
con tu mente obstinada.
Adiós, muchacha. Catulo aguanta ya,
no te rogará ni pedirá nada.
Mas sufrirás, cuando por nadie seas
rogada. ¡Ay, infame! ¿Qué vida te queda?
¿Quién irá a ti hoy? ¿Quién verá tu belleza?
¿A quién amarás ahora? ¿De quién
se dirá que eres? ¿A quién besarás?
¿A quién morderás los delgados labios?
Pero, ¡tú, Catulo, aguanta firme!

LI

Semejante aun dios se me aparece aquel,
superior a los dioses, si es lícito,
que sentado frente a ti, sin cesar,
te observa y escucha
reír dulcemente, lo que a mí, desgraciado,
todos los sentidos me arrebata:
Lesbia, en cuanto te veo,
mi voz se apaga,
la lengua se torna torpe, y bajo mis miembros
comienza a manar una llama;
me zumban los oídos y una noche
doble cubre mis ojos.
El ocio, Catulo, te es pernicioso;
en el ocio te exaltas e impacientas.
El ocio ya perdió antes muchos reyes
y ciudades felices.

LXXXV

Odio y amo. Por qué lo hago, me preguntas tal vez.
No sé, pero siento cómo se hace y me torturo

CIX

Me prometes, vida mía, que este amor será feliz
y perpetuo entre nosotros.
Grandes dioses, haced que pueda prometer con verdad
y que lo diga sinceramente y de corazón,
para que toda nuestra vida podamos mantener
ese sagrado lazo de cariño eterno

LXXV

A tal extremo ha llegado mi corazón, Lesbia mía, por tu culpa,
y tanto se ha perdido por su misma fidelidad,
que ahora ya no puedo tenerte aprecio,
aunque te vuelvas la mejor de todas,
ni dejar de quererte por mucho que hagas.

XCII

Lesbia dice pestes de mí todo el tiempo y no para.
¡Que me muera si Lesbia no me quiere!
¿Cómo lo sé? Porque me pasa lo mismo:
la maldigo a todas horas,
pero ¡que me muera si no la quiero!

LXX

Mi amada asegura que con nadie quiere casarse
Excepto conmigo, a no ser que el mismo Júpiter se lo pida.
Eso dice, pero lo que una mujer dice a su deseoso amante
En el viento y en el agua rápida conviene escribir

LVIII

Nuestra Lesbia, Celio, aquella Lesbia,
aquella Lesbia a quien Catulo amó,
más que a sí mismo amó, más que a todo lo suyo amó,
ahora en esquinas y en callejuelas
se las pela a los magnánimos nietos de Remo.

XLIII

Hola, muchacha sin nariz pequeña,
Sin bello pie, ni negros ojos,
Sin dedos largos, y de rostro sudoroso,
Con lengua apenas elegante,
Amiga del rumboso Formiano,
¿acaso se dice en provincias que eres bella?
¿contigo comparan a nuestra Lesbia?
¡Tiempo ignorante y corrompido!


Lesbia And Her Sparrow - Sr. Edward John Poynter


* * * 
Han pasado a la inmortalidad los grandiosos y desventurados amoríos entre Catulo y Lesbia. Cayo Valerio Catulo, un poeta latino dejado llevar por los embriagadores encantos de la conocida Clodia –cuyo nombre original es Claudia Metela-  y a la que denominó en sus versos Lesbia, en una viva reminiscencia a Lesbia -Safo de Lesbos- y en una usual sustitución de la época de nombres con la misma métrica.

La Lesbia de Catulo, varios años mayor que éste, estaba vista como una mujer apasionada, inclinada a los juegos de azar y a la bebida, además por supuesto, a disfrutar del placer sexual con un sin número de amantes, entre los cuales figuraban nobles, esclavos e incluso un amigo cercano del propio Catulo. Ella, a pesar de haberse desposado con su primo Mételo Céler, no encontraba freno a sus ímpetus; su fama de avezada seductora, hizo pensar a los romanos que había urdido la muerte de su marido e incluso que llevaba una relación incestuosa con su hermano.

Dada las ‘excentricidades’ de la amada del Poeta, éste plasma en sus versos no sólo lo idílicos instantes de su relación, sino su doliente pasión, su frustración y desconsuelo. Intenta elucubrar a través de la poesía, la fuerza y la vida que se extingue sin su idolatrada Lesbia. Su ánimo y sentir vacilan entre la adoración y la aversión al saberla huésped de otros lechos que no son el suyo, al saberla indolente a sus caricias y ávida receptora de otros halagos.

jueves, 15 de abril de 2010

Desnuda pureza devorada.

Nature Cast Out by Ernest Board


Cuando veo esta obra del inglés Ernest Borrad, me viene a la mente una doncella del siglo XVII zambullida en un estanque de límpidas aguas, dejándose llevar por los minutos apáticos de las tardes interminables… Imagino el verdor natural y ceniciento la rodea y que tiene la certeza de la Divinidad gracias a la luz refulgente que golpea sus ojos al mirar al horizonte. Todo parece transcurrir en cámara lenta, incluso el parpadeo de sus ojos celestes sucede muy lentamente… Sin embargo, es ahí cuando la imagen se trastoca, y aquella naturaleza pura y desnuda se ve encapsulada… engullida por otra visión. Una concebida en la genial mente de H.G. Wells, en la cual las criaturas aladas encuentran límites en las rugientes estructuras metálicas que se elevan hacia las alturas. Los monumentos férreos  instalados a mi vista, me inducen a creer que el sol se extingue tan pronto ahora. Y aquel estrepitosos sonido sin fin… lanza latigazos a mi alma en su tronar.


Todo ha cambiado… no obstante permanece. ¿Dónde?


Cierro mis ojos un instante para descubrirlo…

martes, 13 de abril de 2010

Ninfa Durmiendo. ¿Con qué sueñas Ninfa querida?



Sleeping Nymph and Shepherd - Jan Gerritsz van Bronckhorst


¿Dónde has caído dormida delicada ninfa? A la intemperie de una llanura inhóspita. Donde el claro del día se desvanece como los suspiros quedos que brotan de tu pecho dormido.

Con un tierno desparpajo te tiendes al amparo de la naturaleza que te cobija en los cálidos brazos del céfiro del sur. Entonces muy segura, te distiendes inocente… perezosa… indecente y voluptuosa…  conciente que aún en la inconsciencia del sueño, brindas tu don y complaces los ojos ilusos que deambulan alrededor de ti.

¿Con qué sueñas ninfa querida? ¿Qué será que se cierne en tu mente adormecida? Miríadas de auroras en tus tersas mejillas y la cándida luz que tu entrecejo dispone, me dice que sueñas con el placer de un beso, de un solo beso… De un beso abismal y a la vez translúcido.  Que empiece en el otoño de un verso triste y termine en el verano de una risa leve. Que se alimente de cuartos menguantes y se bañe de de santos eclipses. Que sea un perpetuo dolor y un eterno alivio.

lunes, 12 de abril de 2010

Ángel Caído: Un querubín verdaderamente tentador

Fallen Angel - Alexandre Cabanel


Lucifer, que significa; "El que da Luz", "Estrella de la Mañana", es retratado  por Alexandre Cabanel como un ser revestido de una imponente belleza física. El ángel más bello de los cielos acaba de ser desterrado por su soberbia y orgullo. Transgredir la voluntad de Dios, lo convierte en Satanás, lo que quiere decir: adversario.

“Lo dice el Apocalipsis, se trabó una batalla en el cielo, Miguel y sus ángeles peleaban con un Dragón. El Dragón luchó junto a sus ángeles, pero no prevaleció. Lucharon con inteligencias y voluntades, la causa del conflicto: Dios les había anunciado que la segunda persona de la trinidad se haría hombre y deberían adorarle. Y además que tomaría carne de una mujer que sería su reina y que aventajaría en gloria a todas las criaturas humanas y angélicas. Los ángeles buenos obedecieron y alabaron al altísimo, pero Lucifer aspiró a ser cabeza de todo el linaje humano y todos los ángeles; se reveló así contra Dios, queriendo asemejarse a él y arrastró consigo a muchos en su soberbia. Dios prestó a Miguel y los suyos la fuerza para vencer al Dragón que fue precipitado en los infiernos. En la Biblia se le da diversos nombres: Diablo, Satán, Belcebú, Serpiente, Dragón y Belial entre otros; también se le define como acusador, maligno, enemigo, tentador, padre de la mentira”.

Como sea, el otrora ‘Hijo del Alba’ aparece en el lienzo de Cabanel con un divino esplendor corpóreo. La evidencia de la perfección de su cuerpo yace sobre los peñascos en actitud de ocultar su rostro ante las huestes de San Miguel que están esparcidos por el cielo. ¿Si sólo Cabanel nos hubiera querido mostrar su sexo? Pero considerando que los ángeles son asexuados, me dejo excitar por su hipnótica mirada velada.

viernes, 9 de abril de 2010

Subrepticia: Tan intenso como efímero es el placer.



Dawn - Elihu Vedder 

* * * 

¿Estás huyendo o estás llegando?

Estás de prisa ocultándote

o agazapándote para aparecer luciente.

Nunca sé si tu sombra es a mi merced

Rayos y tinieblas de los que me he de guarecer.

Pero una llamarada en la noche te acompaña

Bruscamente, te guardas mi aliento

Yo guardo tu sexo

Y me abrazan tus lenguas…

Me incendian tus teas…

Que mitigan la impaciencia

De mil auroras sin tu presencia.

Amante Del Delirio.

jueves, 8 de abril de 2010

'La Giganta' de Baudelaire: Una Enorme Delectación.


Cuando Natura en su inspiración pujante
Concebía cada día hijos monstruosos,
Me hubiera placido vivir cerca de una joven giganta,
Como a los pies de una reina un gato voluptuoso.

Me hubiera agradado ver su cuerpo florecer con su alma
Y crecer libremente en sus terribles juegos;
Adivinar si su corazón cobija una sombría llama
En las húmedas brumas que flotan en sus ojos;

Recorrer a mi gusto sus magníficas formas;
Arrastrarme en la pendiente de sus rodillas enormes,
Y a veces, en estío, cuando los soles malsanos,

Laxa, la hacen tenderse a través de la campiña,
Dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos,
Como una plácida aldea al pie de una montaña.

Charles Baudelaire.

* * * 

Charles Baudelaire en 1857 con su poema: “La Giganta”, sueña con un ideal de mujer impresionante, a la cual arrojarse a sus pies o vivir frotándose entre sus infinitas piernas, “Como a los pies de una reina un gato voluptuoso”. Una voluptuosidad sin duda abanderada por ella que vive en el juego-realidad de una sensualidad madura, profunda y plena.

La joven giganta es para el poeta su diosa, pero nótese que la diosa tiene también el papel secundario de ‘esclava’, ya que él, con su pequeñez la contempla… la disfruta… la goza como su único dueño: “Recorrer a mi gusto sus magníficas formas”. Dominado y dominador a la vez, posee como suyas las paroxísticas sensaciones de ella y se complace luego en su sensual descanso.

Pero la voluptuosidad que emana de ella y contagia al poeta, no es sólo carnal, sino misteriosa y espiritual. Se entusiasma y embruja cada vez más en un anhelo de “adivinar si su corazón cobija una sombría llama”. Es ese enigma femenil que le hechiza tanto como las curvas de sus caderas, vivir para desentrañar qué encierra y qué hay más allá de aquel gesto de la piel, de “la pendiente de sus rodillas enormes”, para al final de toda la existencia decir que alguna vez ha podido “dormir despreocupadamente a la sombra de sus senos”.

 


martes, 6 de abril de 2010

Maldita o Bendita Tentación Carnal...




 

The Temptation of St. Anthony by Félicien Rops

 

Habiendo pasado ya la ‘Semana Santa’, presento este cuadro, para no escandalizar demasiado al tocar un tema con matices sacros y humanos. Félicien Joseph Victor Rops nos muestra una imagen que satiriza el sentimiento de culpabilidad que tienen los hombres ‘consagrados a Dios’ y obligados a guardar su castidad. Conminados a jamás dejarse llevar los esos deseos carnales que hierven por dentro. ¿Pero como vivir negando esta sencilla prueba de  la naturaleza humana? ¿Cómo reprimir una necesidad imperiosa? Imposible alejarse de ella, porque se la tiene enterrada como una dolorosa espina que sangra amargamente de remordimiento cuando quiere salir y exteriorizarse.


En el cuadro subyacen varios elementos que resaltan este tiempo de pensamientos y sentimientos encrucijados. El can, por un lado, símbolo de fidelidad -fidelidad a su orden y sus preceptos religiosos- mira lo que acontece a su alrededor con aire de no comprender nada, tal vez porque el desatar sus instintos no le conlleva ningún remordimiento urdido por ‘la razón’.

En la esquina superior derecha en vez de los típicos bellos ángeles de brillantes alas y aureola, podemos observar a su antítesis: unos pequeños, algo amorfos, con el torso y cabeza hecho esqueleto, aparece también un personaje colocado estratégicamente detrás de la cruz, viste un manto rojo encendido y las facciones de su rostro son siniestras. Todo esto símbolo de que el cielo está negado para los lujuriosos, de que este pecado capital sumergirá al monje santo en el terrorífico abismo del infierno.

San Antonio aparece además en una postura de cuasi postración ante lo que perciben sus sentidos y que por sus creencias religiosas desea negar, aunque esta lucha le cause un insufrible estado.

Esta pintura data del año 1878 y fue objeto de múltiples críticas, especialmente por el Cristianismo, tachándola de sacrílega. Por su parte Sigmund Freud, hizo la siguiente apreciación respecto a la pintura:

Es el típico caso de retirada en la vida de los santos y penitentes. Un monje ascético se refugia - probablemente para escapar de las tentaciones mundanas - junto a la imagen del Salvador crucificado. Esta cruz se desvanece como una sombra y en su lugar aparece radiante la imagen de una mujer desnuda en plena floración; tomando su lugar, también en la forma de una crucifixión. Otros pintores, cuya visión psicológica no era tan osada, colocan representaciones análogas de la tentación, el pecado como insolente y triunfante, en algún lugar junto al Salvador en la Cruz. Rops, por el contrario hizo que tomara el lugar de Nuestro Señor en la Cruz, parecía saber que el pensamiento reprimido retorna en el momento mismo de su represión ... ".

lunes, 5 de abril de 2010

La Bacante Lujuriosa y Asesina


 
William-Adolphe Bouguereau - El Fauno y la Bacante

Se encuentran en un claro, dentro de la espesura del bosque. Él que deambula por los valles y llanuras, propiciando fertilidad a la tierra y tal vez un augurio a algún soñador que se permita caer adormilado sobre la lana del cordero sacrificado. Ella, de apariencia tentadoramente dulce,  piel lisa al tacto y apetito desenfrenado. No conoce límites sus ansias de lujuria que se vierten en un mar de energía cuando su cuerpo danza desnudo sin percatarse del amanecer.

El fauno busca dominarla, rodeándola con el brazo, como custodio de su espigada espalda  que parece extenderse... alargarse hasta la inconmensurabilidad y ya habiéndola sostenido, la condena al placer de su deseo, con una mirada explotando en lascivia que reposa en sus pechos. Mas ella pareciera leer sus pensamientos y aunque complacida, con una sonrisa sincera pero indiferente parece ya insinuarle que la única condena será la suya, al ser muerto en honor a su señor Baco.

domingo, 4 de abril de 2010

Pequeñas Lecciones de Erotismo por Gioconda Belli

I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
Es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
No es tarea fácil - si placentera -
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.

II
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
Corregir el rumbo cuando nube huracán o aullido
profundo
Te pongan estremecimientos
Cuenco de la mano que no sospechaste.

III
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones
Niebla en el cerebro
Temblor de las piernas
Maremoto adormecido de los besos.

IV
Instálate en el humus sin miedo al desgaste sin prisa
No quieras alcanzar la cima
Retrasa la puerta del paraíso
Acuna tu ángel caído revuélvele la espesa cabellera con la
Espada de fuego usurpada
Muerde la manzana.

V
Huele
Duele
Intercambia miradas saliva imprégnate
Da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
Pie hallazgo al final de la pierna
Persíguelo busca secreto del paso forma del talón
Arco del andar bahías formando arqueado caminar
Gústalos.

VI
Escucha caracola del oído
Como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua.

VII
Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
navega loco en la juntura de los océanos
Cruza las algas ármate de corales ulula gime
Emerge con la rama de olivo llora socavando ternuras ocultas
Desnuda miradas de asombro
Despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
Arquea las cejas abre ventanas de la nariz.

VIII
Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
- el mar como un vasto cristal azogado -
duérmete náufrago.

 

Gioconda Belli.

viernes, 2 de abril de 2010

Eros and Psique





Esta pintura del italiando François Pascal Simon, Baron Gérard, la recuerdo como portada de un libro de Honorato de Balzac, Serafita, cuya trama se despliega en el amor de un ángel a veces visto como hombre… a veces mujer. Un libro hermoso que toma como referencia al filósofo-visionario Swedenborg. En fin, comento esto, porque el Eros de François Gerard, tiene a la vista una belleza andrógina. No sólo las facciones del rostro revelan esta singularidad, sino las líneas del cuerpo estilizado. Además percíbase la actitud, el gesto o ademán con que su brazo rodea  a su adorada Psique. Percibo que son sus alas el único elemento que dota de fuerza y omnipotencia de dios a la figura de Cupido, unas alas macizas, recias aun sin desplegar.


Psique, por su parte revela una dulzura e inocencia que no desarmonizan para nada con la sensualidad virginal que también emana.